La difusión pública del video que muestra el momento en que el policía bonaerense Luis Chocobar disparó varias veces contra Juan Pablo Kukoc
(18), cuando éste huía dándole la espalda y sin darse vuelta, abrió una
nueva etapa en lo que los medios hegemónicos insisten en llamar
“polémico caso”. Ante la ratificación indudable del fusilamiento, muchos
de los que inicialmente apoyaron al homicida –incluso consecuentes
defensores del gobierno macrista, como Jorge Lanata- debieron
retractarse y admitir, cuanto menos, que “se precipitaron sin suficiente
información”. El gobierno, lejos de eso, redobló la apuesta, y salió,
por boca de su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a exponer su
“doctrina”, que se resume en dos ideas: 1) La policía (y el resto de las
fuerzas) tienen orden de tirar a matar, y 2) El gobierno asume como
“política pública la defensa del policía en acción” (sic).
Anoche, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, anticipó que no hubo
descuido ni apuro desinformado cuando el presidente Mauricio Macri
recibió al policía Chocobar y le dijo “Necesitamos más policías como usted, es un héroe”. En una nota televisiva, Peña aclaró que el ministerio de Seguridad tenía todos los videos desde el primer día, que los evaluaron y estaban al tanto de cómo había sido el desempeño policial. Y añadió: “No creemos en el gatillo fácil”.
Hoy, en una entrevista con el periodista Ernesto Tenenbaum, Bullrich explicó: “Estamos
cambiando la doctrina de la culpa hacia el policía… estamos
construyendo una nueva doctrina… el principio es invertir la carga de la
prueba, lo vamos a cambiar en el código penal… El presidente de la
Nación lo que hace es avalar esta idea en la figura de Chocobar. El
policía actuó como debía actuar… Le damos al policía la presunción de
inocencia… El juez que haga lo que quiera, nosotros como política
pública vamos a llevar adelante la defensa de la policía en acción”.
Más allá del caso Chocobar, aplicó la misma tesis gubernamental a los
prefectos que fusilaron por la espalda al joven mapuche Rafael Nahuel
el 25 de noviembre pasado en el Lago Mascardi, y dejó bien claro que uno
de los ejes centrales del “estado de excepción” que venimos denunciando
es la orden explícita a las fuerzas de seguridad de todo el país de
disparar y matar en cualquier circunstancia, con la certeza de que sus
jefes políticos los van a defender, tanto técnicamente, con los abogados
ministeriales, como políticamente.
En una palabra, la pena de muerte es ley de facto, se presume que
cada vez que un uniformado mata a una persona fue un “enfrentamiento”, y
se defiende como política pública su accionar.
Confrontada con los datos del Archivo de casos de CORREPI, que
muestran que bajo el gobierno de cambiemos hubo un alza exponencial de
las muertes por gatillo fácil, torturas, en lugares de detención y demás
modalidades de la represión estatal, la ministra hizo lo mismo que, por
turno, todos sus antecesores: Dijo que CORREPI miente, que los datos
son falsos.
Nuestro Archivo es público desde 1996. Año a año lo actualizamos y difundimos las conclusiones. Está disponible en www.correpi.org para
cualquiera que desee consultarlo. Nunca hubo un gobierno ni un
funcionario que pudiera impugnar un solo caso. Muchos lo intentaron:
Corach, Storani, J. J. Álvarez, Garré, Berni. Ninguno pudo. Ahora es el
turno de Patricia Bullrich, a la que invitamos a debatir públicamente
–si se anima- cada caso.
Hace casi 30 años que enfrentamos el gatillo fácil, la tortura, las
detenciones arbitrarias, las desapariciones y el resto de las
herramientas represivas en democracia, que no son consecuencias
indeseadas de abusos, excesos, o loquitos sueltos, sino que implican una
política de estado. Gritamos en cada movilización que No es un policía, es toda la institución,
y que las fuerzas no se autogobiernan, sino que cumplen las directivas
que imparten los gobiernos que las dirigen. Hoy es el propio gobierno
nacional el que lo reconoce, lo asume y lo propagandiza: “Para eso fuimos elegidos”, dijo Bullrich.
Nada más obvio, para sostener esa política pública de estado, que
atacar a CORREPI, con provocaciones como pintar “Aguante Chocobar” en
nuestro local, o, ahora, acusarnos de mentir. El ataque a nuestra
organización, que viene denunciando el avance de la represión bajo el
gobierno de Cambiemos, de una profundidad y alcance como nunca vimos
antes, es la forma más directa de defender y promover la aplicación de
la pena de muerte sumarísima por la vía del arma reglamentaria. El
ataque a CORREPI es la confesión de Patricia Bullrich de que éste es el
gobierno del ajuste y la represión, el gobierno del gatillo fácil
legalizado, de la represión y la criminalización de la pobreza y la
protesta, de los presos y presas políticos. El ataque a CORREPI muestra
que tenemos razón. Cuando Ud., quiera, @PatoBullrich, lo discutimos en público.
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